El chopo, con largos dedos,
le hace cosquillas al cielo.
El cielo todo se ríe
y manda a la nube grande
que lo riegue y que lo cuide.
El chopo se estira y crece.
Brilla su cara lavada.
Relucen sus hojas verdes.
_ ¡Qué hermoso estás, chopo mío!
_ ¡Pues verás cuando, en otoño,
me ponga el traje amarillo!
Ana María Romero Yebra